Pelota
Titín maravilla y ahuyenta fantasmas
El de Tricio se clasificó para la final con una gran actuación tras batir a un Aimar que se adelantó 7-0. Ni siquiera le asustó el 17-21 , la misma renta que dejó escapar ante Julián Retegui en la final de 1997.
JOSEBA LEZETA
VITORIA. DV. Titín III celebró su partido número cien del año y agrandó su leyenda con la victoria ante Olaizola II por 19-22 ayer en el Ogueta de Vitoria, que le clasifica para la final del Campeonato del Cuatro y Medio que disputará frente a Abel Barriola el domingo 2 de diciembre. Su victoria, pese a lo apretado del marcador, resultó incontestable. El de Tricio maravilló y se metió en el bolsillo a los espectadores que llenaron el frontón gasteiztarra. Terminaron coreando su nombre.
De paso, Titín ahuyentó el viejo fantasma de la final del Cuatro y Medio de 1997 que perdió ante Julián Retegui en el mismo escenario. Hace diez años, el de Tricio ganaba 21-17, como ayer.
Sacó el riojano, se enzarzaron los dos pelotaris, Aimar estorbó de forma involuntaria a su rival y el tanto cayó del lado del navarro. Protestó Titín. Su botillero le tranquilizó. Olaizola II limó la desventaja a dos tantos con una dejada en el ancho, 19-21. Titín se lanzó hacia delante en el siguiente tanto, volvieron a enzarzarse y un sotamano del delantero de Tricio se pegó a la pared de tal manera que Aimar no pudo poner la pelota sobre la chapa. Cayeron viejos fantasmas, cayó Olaizola II y el billete para la final cayó hacia el lado de Titín.
Será su tercera final del campeonato oficial de la distancia. Ha perdido las dos anteriores, la de 1997 ante Retegui II y la de 2003 contra Nagore. No va a conformarse con jugar la tercera. En su fuero interno preparará el partido con el convencimiento de que a la tercera será la vencida. A sus 38 años, a un mes de cumplir 39.
Titín tuvo que remontar un 7-0 en contra. Aimar Olaizola abrió esa brecha en veintitrés pelotazos, en un abrir y cerrar de ojos. El de Tricio restó de aire el primer saque del goizuetarra. Quería incomodar a Aimar. Quizá temía que aprovechara sus restos débiles para culminar con el gancho. El juego de saque o saque-remate, basado en una pelota tosca y exigente, dio la iniciativa a Olaizola II.
Ochentas a miles
Se cantaron ochentas a miles (8 a 100) con el 7-0. Titín no se vino abajo. Recuperó el saque después de que Aimar tirara bajo chapa con la derecha, cambió de pelota, puso en juego la suya, ligera, y se acercó a un tanto (7-6) con un juego alegre, rápido, de revoluciones altas. Una falta de saque cortó su racha, pero había logrado su objetivo. Volvía a comenzar el encuentro, que se movió por tacadas. Cada pelotari aprovechó su pelota y su saque.
Pero Olaizola II comenzaba a tomar decisiones inusuales en él. No recordaba haberle visto nunca adelantarse para restar saques de sotamano o botepronto. Lo hizo por primera vez en el 10-8. Titín sacaba largo y arrimado para entrar de gancho o volea a la vuelta. Aimar quería evitar eso, no dar tiempo a Titín, obligarle a que peloteara a bote.
No consiguió su objetivo. No tranquilizó el ritmo trepidante del riojano, que dosificó bien sus descansos para tomar aire y recuperarse. Agotó los cinco, pidió alguno incluso después de ganar él un tanto. Pero en ningún momento acusó un bajón a nivel físico.
Aimar, que destaca por su frialdad y la claridad de ideas en la estrategia, fue presa de un Titín que impuso su estilo, que llevó el partido a su terreno. Olaizola II trataba de cortar sobre la chapa, de que su contrario jugara a bote. No lo consiguió con suficiente regularidad. Tampoco dio velocidad ni acertó a cruzar la pelota cuando Titín se adelantaba para el gancho o la volea. Ni se desenvolvió tan bien como otras veces en defensa porque perdió algunas pelotas que no acostumbra.
Titín aprovechó todo, se metió en la final y golpeó con dureza en la línea de flotación de la cátedra. No ha sido favorito para los apostantes en ninguno de sus cuatro partidos. Ha ganado tres, rozó la cuarta victoria y está en la final.

De paso, Titín ahuyentó el viejo fantasma de la final del Cuatro y Medio de 1997 que perdió ante Julián Retegui en el mismo escenario. Hace diez años, el de Tricio ganaba 21-17, como ayer.
Sacó el riojano, se enzarzaron los dos pelotaris, Aimar estorbó de forma involuntaria a su rival y el tanto cayó del lado del navarro. Protestó Titín. Su botillero le tranquilizó. Olaizola II limó la desventaja a dos tantos con una dejada en el ancho, 19-21. Titín se lanzó hacia delante en el siguiente tanto, volvieron a enzarzarse y un sotamano del delantero de Tricio se pegó a la pared de tal manera que Aimar no pudo poner la pelota sobre la chapa. Cayeron viejos fantasmas, cayó Olaizola II y el billete para la final cayó hacia el lado de Titín.
Será su tercera final del campeonato oficial de la distancia. Ha perdido las dos anteriores, la de 1997 ante Retegui II y la de 2003 contra Nagore. No va a conformarse con jugar la tercera. En su fuero interno preparará el partido con el convencimiento de que a la tercera será la vencida. A sus 38 años, a un mes de cumplir 39.
Titín tuvo que remontar un 7-0 en contra. Aimar Olaizola abrió esa brecha en veintitrés pelotazos, en un abrir y cerrar de ojos. El de Tricio restó de aire el primer saque del goizuetarra. Quería incomodar a Aimar. Quizá temía que aprovechara sus restos débiles para culminar con el gancho. El juego de saque o saque-remate, basado en una pelota tosca y exigente, dio la iniciativa a Olaizola II.
Ochentas a miles
Se cantaron ochentas a miles (8 a 100) con el 7-0. Titín no se vino abajo. Recuperó el saque después de que Aimar tirara bajo chapa con la derecha, cambió de pelota, puso en juego la suya, ligera, y se acercó a un tanto (7-6) con un juego alegre, rápido, de revoluciones altas. Una falta de saque cortó su racha, pero había logrado su objetivo. Volvía a comenzar el encuentro, que se movió por tacadas. Cada pelotari aprovechó su pelota y su saque.
Pero Olaizola II comenzaba a tomar decisiones inusuales en él. No recordaba haberle visto nunca adelantarse para restar saques de sotamano o botepronto. Lo hizo por primera vez en el 10-8. Titín sacaba largo y arrimado para entrar de gancho o volea a la vuelta. Aimar quería evitar eso, no dar tiempo a Titín, obligarle a que peloteara a bote.
No consiguió su objetivo. No tranquilizó el ritmo trepidante del riojano, que dosificó bien sus descansos para tomar aire y recuperarse. Agotó los cinco, pidió alguno incluso después de ganar él un tanto. Pero en ningún momento acusó un bajón a nivel físico.
Aimar, que destaca por su frialdad y la claridad de ideas en la estrategia, fue presa de un Titín que impuso su estilo, que llevó el partido a su terreno. Olaizola II trataba de cortar sobre la chapa, de que su contrario jugara a bote. No lo consiguió con suficiente regularidad. Tampoco dio velocidad ni acertó a cruzar la pelota cuando Titín se adelantaba para el gancho o la volea. Ni se desenvolvió tan bien como otras veces en defensa porque perdió algunas pelotas que no acostumbra.
Titín aprovechó todo, se metió en la final y golpeó con dureza en la línea de flotación de la cátedra. No ha sido favorito para los apostantes en ninguno de sus cuatro partidos. Ha ganado tres, rozó la cuarta victoria y está en la final.
OLAIZOLA II MANISTA DE ASEGARCE
«No he acertado a cruzarle, le daba la pelota a la mano»
«Me da mucha pena la derrota. Para todos los pelotaris lo más importante es estar en una final y no ha podido ser. He empezado bastante bien. Pero a partir del 7-5 no he estado acertado. Hay que cruzar la pelota a Titín, jugarle largo. Todo el rato le daba la pelota a la mano. Con mi pelota le hacía daño en los primeros tantos. Después, en ningún momento le he obligado a jugar a bote. ¿Por qué he ido a restar de aire los saques de Titín? Me sacaba largo, no le podía quitar la pelota y me he adelantado por esa razón. La clave de mi derrota no ha estado en esa decisión, en esa estrategia. Las tres o cuatro veces que lo he hecho me ha salido bastante bien. Se ha visto claro que el partido cambiaba con el material. Yo dominaba con mi pelota, exigente. Con la de él, ligera y manejable, Titín sacaba largo y no podía evitar sus entradas de aire al resto. Hay que cruzar la pelota a Titín y en ningún momento lo he conseguido».
«Me da mucha pena la derrota. Para todos los pelotaris lo más importante es estar en una final y no ha podido ser. He empezado bastante bien. Pero a partir del 7-5 no he estado acertado. Hay que cruzar la pelota a Titín, jugarle largo. Todo el rato le daba la pelota a la mano. Con mi pelota le hacía daño en los primeros tantos. Después, en ningún momento le he obligado a jugar a bote. ¿Por qué he ido a restar de aire los saques de Titín? Me sacaba largo, no le podía quitar la pelota y me he adelantado por esa razón. La clave de mi derrota no ha estado en esa decisión, en esa estrategia. Las tres o cuatro veces que lo he hecho me ha salido bastante bien. Se ha visto claro que el partido cambiaba con el material. Yo dominaba con mi pelota, exigente. Con la de él, ligera y manejable, Titín sacaba largo y no podía evitar sus entradas de aire al resto. Hay que cruzar la pelota a Titín y en ningún momento lo he conseguido».
TITÍN III MANISTA DE ASPE
«A ver si en la final el dinero vuelve a salir en contra y gano»
«Estoy muy contento por alcanzar otra final. Más aún tratándose de la del Cuatro y Medio. Ha costado, pero lo importante es que he ganado. ¿Si me ha dicho algo el 21-17? Buf, aquello está olvidado. No digo más. He intentado estar centrado desde el tanto uno al veintidós. En el primero he fallado de aire y Aimar me ha sacado ventaja. He vuelto a entrar en el partido y luego se ha desarrollado con alternativas. Ha sido un partido de tacadas. Tener el saque permite conseguirlas. También influyen el material, el frontón... Había diferencia en las pelotas, pero ha sido la que esperábamos. Las de Aimar eran toscas y las mías, más ligeras. Durante la semana habíamos hablado de que nos convenía meter ritmo desde el principio, arriesgar. Restar los saques de aire forma parte de esta estrategia. He ido en el primer tanto para que él estuviera más pendiente. Esto es lo bonito de este deporte, lo que buscamos los pelotaris. Si haces siempre lo mismo, el rival te espera y pierdes capacidad de sorpresa. ¿Que el dinero ha salido en mi contra en los cuatro partidos? A ver si en la final vuelve a salir en contra y gano. Yo no me fijo en esas cosas. Independientemente de que salga de víctima o de favorito, yo trato de hacerlo lo mejor posible. Me da igual Vitoria o Donostia para la final, pero quizá prefiero el Ogueta porque me siento a gusto aquí».
«Estoy muy contento por alcanzar otra final. Más aún tratándose de la del Cuatro y Medio. Ha costado, pero lo importante es que he ganado. ¿Si me ha dicho algo el 21-17? Buf, aquello está olvidado. No digo más. He intentado estar centrado desde el tanto uno al veintidós. En el primero he fallado de aire y Aimar me ha sacado ventaja. He vuelto a entrar en el partido y luego se ha desarrollado con alternativas. Ha sido un partido de tacadas. Tener el saque permite conseguirlas. También influyen el material, el frontón... Había diferencia en las pelotas, pero ha sido la que esperábamos. Las de Aimar eran toscas y las mías, más ligeras. Durante la semana habíamos hablado de que nos convenía meter ritmo desde el principio, arriesgar. Restar los saques de aire forma parte de esta estrategia. He ido en el primer tanto para que él estuviera más pendiente. Esto es lo bonito de este deporte, lo que buscamos los pelotaris. Si haces siempre lo mismo, el rival te espera y pierdes capacidad de sorpresa. ¿Que el dinero ha salido en mi contra en los cuatro partidos? A ver si en la final vuelve a salir en contra y gano. Yo no me fijo en esas cosas. Independientemente de que salga de víctima o de favorito, yo trato de hacerlo lo mejor posible. Me da igual Vitoria o Donostia para la final, pero quizá prefiero el Ogueta porque me siento a gusto aquí».
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